24 diciembre 2007

Últimamente...

tengo ganas de llorar. Sólo me falta encontrar el motivo.

18 diciembre 2007

O todo a la vez

¿Qué se puede hacer cuando echas de menos algo, algún lugar, alguna persona, algun momento... o todo a la vez?

16 diciembre 2007

Sobre gustos

Me gusta...

...mirar al cielo.

Tengo la bonita manía de mirar al cielo cada mañana, siempre transmite algo nuevo. También unas cuantas noches al mes, para dar con la luna llena.

No me gusta...

...estar de mal humor cuando a mi alrededor todo va bien.

15 diciembre 2007

Charles de Gaulle

Partimos viernes 30 a las 4.30 am camino de Madrid. Allí cogeríamos un avión con escala en París, aeropuerto Charles de Gaulle, para coger un vuelo de unas 8 horas hasta Nueva York. El retraso del primer vuelo nos obligó a pegarnos una carrerilla si queríamos pillar el siguiente, que muy amable nos estaba esperando (seguro que nadie puede decir que un avión le ha esperado). Allí tuvo lugar la primera y más grande de las anécdotas del viaje: una se quedó en tierra. Y es que con las prisas la pobre (pava) se dejó toda su documentación (pasaporte incluido) en el primer avión. Por mucho que corrió a buscarlo no pudo hacer nada, y le tocó pasar la noche sola en los incómodos sillones del aeropuerto, porque claro está, el avión despegó sin ella. Desde ese día fue rebautizada como Charles de Gaulle.
Ya en el avión, el viaje sobre el gran charco se nos pasó volando (!), gracias a las pantallitas que había en cada asiento, que tenían entretenimientos mil: películas en varios idiomas (inglés, francés y castellano guatepanchito, entre otros), música clásica, información sobre el vuelo y juegos (50x15, solitario o el shangai, he descubierto mi nueva adicción). Sobre el visado que te obligan a firmar si quieres entrar en los Estados Unidos no hay mucho que decir, porque es algo que te deja sin palabras: ¿Piensas atentar contra los Estados Unidos?, ¿padeces alguna enfermedad mental?, ¿transportas armas? o ¿transportas caracoles?, son un ejemplo, que opine cada uno...
Y por fin llegamos. 6 horas de diferencia horaria, y nos tocaba ir a dormir, cuando nos encontramos con una mierda de hotel a las fueras, en el que cada cosa que tocabas te daba calambre (gracias, viajes Marsans). El primer día en Nueva York no empezó con muy buen pie, más que nada porque la enviada de viajes Marsans había organizado una visita guiada por la ciudad, y nos encontramos con que el conductor del autobús, que haría las veces de guía, era chino, y no solo no hablaba español, sino que tampoco hablaba inglés! El primer sitio a visitar era una iglesia para ver un espectáculo de música gospel, pero como es normal, un sábado no hay gospel... (gracias otra vez, viajes Marsans). El resultado fue un día libre, mandando al chino y a la representante a la mierda. Así pudimos recorrer toda la zona media de Manhattan y ver muchas frikadas arquitectónicas (el primer rascacielos de NY - Flatiron-, el Seagram de Mies Van der Rohe, el Chrysler, la Estación Central), así como el Museo del Sexo (he de admitir que me compré un preservativo envuelto como una piruleta de color/¿sabor? naranja) y unas cuantas tiendas de souvenirs.
Por la tarde nos dedicamos a ver Times Square, Rockefeller Center (allí vimos en directo cómo un hombre le pedía matrimonio a su novia en la pista de patinaje, estos americanos...). Y para terminar, decidimos ver un musical, Chicago. El musical estaba muy bien, pero he de decir que me lo pasé casi todo el rato medio durmiendo del cansacio acumulado que llevaba, también llamado jet lag. Lo que sí, nos hemos acordado del musical cada día, y ahora forma parte de nuestra vida cotidiana: "voy a ver chicago...". Yo, personalmente, me quedo con lo del "momento allbram".
El segundo día amanecimos con todo nevado, así que después de ver el Moma, no pudimos resistir el ir a patinar sobre hielo en Central Park. Era mi primera vez, y no puedo olvidar mi increíble caída con vuelo previo. Por lo demás, la foto, de película. Como el día lo dedicamos al deporte, no podía faltar un partidito de la NBA, Knicks vs Phoenix. El ambiente es increíble, niños bailando, animadoras, musica de fondo, enfoques a los famosos asistentes, porque lo que fue el partido... dejo mucho que desear, los Knicks no valen mucho.
Tercer día rumbo a Washington. Poca cosa que decir. Mucha Casa Blanca y monumento a Washington pero nada más, bueno sí, frío y viento. Aunque no nos podemos quejar porque nos dedicamos a ir de compras por Georgetown. Y el Museo del Aire y el Espacio, alucinante. He de destacar la cena en el restaurante típico americano (tipo Grease), con sillones rojos de piel, camareros vestidos con camisa rosita y delantal, maquinita con la que elegías la música que querías escuchar, batido de fresa con nata y cereza encima... de película! Lo mejor de todo fue la cara de los que pidieron hamburguesa con chili, que se servía destapada, más que chili parecía un plastón de...mierda
El quinto día partíamos a Boston, distribuidos en dos aviones. Al primer grupo, en el que yo iba, le tocaba madrugar. Esto conllevó que unos cuantos se quedaran durmiendo, lo que supuso un gran retraso para el bus que nos llevaba al aeropuerto; pero todo habría ido más o menos bien, si no hubiera nevado tanto, y si el conductor no hubiera decidido perderse, ¿tan difícil es encontrar un aeropuerto? Por si no fuéramos demasiado tarde, al llegar al aeropuerto nos tocó facturar con la mujer más lenta del mundo, que lo único que sabía era sonreir, porque facturar, facturar no sabía... Conclusión: Vuelo perdido. El segundo grupo, el de los que no madrugaban, no corrieron mejor suerte, ya que la nieve dejó incomunicado al autobús que debía transportarlos, y se quedaron también en tierra, aunque por lo menos ellos esperaban en el hotel.
Lo nuestro ha sido para escribir un libro.
La excusa de que habíamos llegado tarde por culpa de la situación meteorológica nos proporcionó otros vuelos. Y por fin llegamos a Boston. Increíble habitación en el piso 16 con camas hinchables.
En Boston descubrimos la maravilla de las rebajas americanas, con cosas de marca con un 75% de descuento (al siguiente día comprobamos que el 80% de descuento sí que existe). Visitamos el MIT y Harvard, qué ilusión me hacía ver la universidad que sale en las Chicas Gilmore. El último día en Boston tuvimos visita guiada con una autóctona vestida con traje típico que nos llevo a dar una vuelta por un cementerio en el centro de la ciudad todo nevado (ui... qué buen rollito!). El resultado fue una estampida general y salida de compras, dejando a la pobre guía más sola que la una. Por la tarde nos separamos y mi grupo fuimos a investigar zonas que aún no habíamos visto. Nos metimos en un inmenso centro comercial, con tiendas carísimas (Emporio Armani y Tiffany's son un claro ejemplo), nosotras, el populacho, acabamos tomándonos un chocolate y un donut en los típicos Dunkin Donut. Tanto investigar nos llevó, sin querer (nos perdimos por el centro comercial, que tenia pasarelas que conectaban diferentes edifcios), al Sheraton Hotel, donde se estaba celebrando una convención de Harvard, muy chula yo, me saqué mi bufanda de la universidad que había comprado el día anterior, y muy puestas las tres nos dimos un paseo entre la clase alta.
Al día siguiente de vuelta a Nueva York. Nos centramos en ver la parte baja. Paseo en ferri para ver la Estatua de la Libertad, visita a Wall Street y la Zona Cero, y como colofón del día, subida al Empire State, vistas impresionantes (la clavada de 20$ tenía que servir de algo).
Y por fin llegó el día de Chinatown, Little Italy y Soho. Salir del metro y sentirte abordado por mil chinos es una sensación que no me gustaría volver a sentir. Los chinos tienen una capacidad de aprender idiomas increíble, parecen un sintonizador. Lo mejor es cuando entras a una tiendecita aparentemente inocente, con sus bolsos colgados y ordenados, y te viene una china por detrás, te agarra y te lleva por una puerta oculta, pasando por unas escaleras a medio derrumbar, hasta llegar al cuarto oscuro, donde tienen el cargamento. Es flipante. Me he planteado hacer un documental sobre Chinatown. Y sobre el regateo, junto con el Shangai, es mi nueva adicción! Lo mejor del día, sin duda, la comida. Nunca pensé que pudiera echar tanto de menos un par de trozos de buen pan, y el aceite de oliva. Lo que falló fue el agua, nuestro bajo presupuesto nos obligó a pedir agua de la llave. Pero eso es algo que no te importa cuando te ponen un buen plato de pasta con queso ricotta delante, creo que fui la única que se lo acabó.
El penúltimo día volvimos a Central Park para ver el monumento a John Lennon, aprovechamos para pasarnos por el Museo de Historia Natural (donde se grabó la película de Noche en el Museo), donde algunos aprovecharon para colarse entrando por la tienda. Más tarde nos enteramos que la entrada era con una aportación voluntaria...(aplausos). Después, visita a la Universidad de Columbia, donde vimos la Escuela de Arquitectura. Por la tarde visita al Museo Guggenheim, y tras frikear un poco, nos recorrimos la 5ª Avenida, visitamos algunas tiendas temáticas (en la NBA hicimos un concurso de tiros a canasta), y acabamos cenando en HardRock. El restaurante no tiene desperdicio, pero no creo que les cayéramos muy bien, porque eso de pagar con centavos... lo sentimos por el camarero, pero por esa pedazo de propina que se auto-asignaron ya puede contar bien.
Y ya el último día, nos dedicamos a ver lo poco que nos quedaba. Fuimos a la FAO, la tienda de juguetes que sale en no se qué película de Tom Hanks (Big, creo), y donde él toca con los pies un piano gigante. Yo también lo toqué. Nos pusimos en una cola rodeados de niños, y sin pudores, nos quitamos los zapatos, y a saltar sobre el piano! Para terminar fuimos a ver el edificio de las Naciones Unidas, y ya de vuelta a recogerlo todo.
Pero aquí no acaba el viaje, de nuevo 8 horas de vuelo, casi todas durmiendo, llegamos a Charles de Gaulle (alguno se alegraría del reencuentro...). Allí tendríamos que hacer una escala de 9 horas hasta el siguiente avión, así que nos lanzamos a la aventura, y fuimos a París! Visita express en la que vimos Notre Dame, me comí un crêpe, y llegamos hasta la Torre Eiffel. Esta visita tenía un riesgo añadido, y es que los trenes estaban en huelga, así que nos jugábamos un poco el cuello, pero afortunadamente, llegamos a tiempo al aeropuerto y aquí estoy, de vuelta a la realidad.
Por último, gracias a viajes Marsans, espero que les guste la carta que van a recibir de nuestra parte, y gracias también a mis compis de viaje, ha sido increíble.