04 marzo 2007

Febrero

No se cómo empezar, me cuesta tanto… Son tantas las ideas y recuerdos que me vienen a la mente y que necesito expulsar, que se me acumulan haciéndoseme un nudo en cualquier parte de mi cuerpo, y no soy capaz de explicar. Demasiadas sensaciones. Demasiado dolor. Demasiado odio. Demasiadas preguntas…
Machacada, exprimida, destrozada, rematada…
Quizá lo que más me pese sea la decepción, todas esas ilusiones creadas por el deseo de tener un futuro en común, incentivadas por la inocencia, frenadas por la prudencia, desatadas por el amor. Me lancé a ciegas cogida de su mano, guiada por su sonrisa y sus esperanzas. Confianza, esa gran palabra. Para qué. ¿De que me sirve confiar en quien pensé que nunca me fallaría? Si ahora resulta que es quien más me ha fallado…
Promesas y más promesas. Todo y nada en un momento. El tiempo ha volado delante de mi, intentando frenarlo y congelar ciertos momentos, perdurarlos y hacerlos eternos, con él. De nuevo, para qué. Día a día comprobé que ya no le importaba. ¿Qué hizo que todo cambiara? ¿Dónde estaba él? Dónde estaba todo lo que un día me fue prometido, mis sueños, arrancados con despecho de repente, sin motivo y sin culpa. Se olvidó de que existía. Pensaba que el camino fácil no era siempre el más atractivo, pero con él me equivoqué. Me fueron confirmadas ciertas cosas que al principio no fui capaz de ver. Inmadurez. Todo se resume en eso. Le vino grande algo que él mismo construyó, pero que se derrumbó sobre mí.
Estoy agotada, agotada de luchar durante un mes, intentando superar cada contra, intentando recuperarlo y amarlo ante cada adversidad porque fue lo que día a día nos juramos.
Y ahora, desolación. Me abandonó, me cambió por un mundo de risas y facilidades, la comodidad es lo que tiene, que es cómoda y difícil de abandonar, no como a mí. Fui una piedra en su zapato en cuanto vio que siempre había que elegir. Y eligió. Sí, eligió…
En el momento en el que yo era capaz de darlo todo por él, él no da nada por mi, nada. Indiferencia, desprecio. ¿Por qué? ¿Qué hicimos mal?
A veces me miraba a mi misma desde fuera, y veía a una persona que ya no era persona, que no vivía, y sabía que no podía seguir así, pero no era capaz porque necesitaba recuperar a la persona de quien estaba enamorada, pero nada fue como inconscientemente esperaba.
Nunca nadie me había tratado tan mal, nunca sentí tanto desprecio hacia mi persona, nunca vi tanto egoísmo concentrado, ni tanta mentira, falsedad, fingir. ¿Y a eso llamabas tú amor?
Amor… Pero ya no hay nada.
Sólo dolor, recuerdos y palabras que tengo clavadas muy adentro, y que no se cómo voy a sacar.

No hay comentarios: